Salía a robar celulares y era muy eficiente: su promedio no bajaba de diez por día. Cuando cayó detenido por primera vez, en abril pasado, le encontraron once teléfonos en un bolso. Igual la Justicia lo liberó para que esperara el juicio en libertad. Y aprovechó el tiempo. En septiembre cayó otra vez, luego de un raid en el que arrebató 9 aparatos en apenas tres horas pero en el que terminó chocando. Insólitamente lo volvieron a liberar. Ante esto el fiscal del primer caso empezó a pedir que vaya preso, pero todavía no logró una respuesta positiva.
El motochorro eficiente es Leandro Santiago Bazán (27), que el año pasado fue detenido dos veces por robar pero sigue en libertad.
La primera fue el 14 de abril del año pasado, cuando cayó detenido luego de intentar robar un iPhone X en Cabildo y Quesada, en Núñez. Bazán manejaba una Honda Tornado 250 negra y sin patente. Subió a la vereda y le intentó robar el teléfono a un joven que caminaba junto a su hermano. Pero la víctima se resistió al arrebato, forcejeó con el motochorro y logró tirarlo al piso cuando intentaba escapar con la moto. Con la ayuda de otras personas que pasaban por el lugar, lo atrapó. Llegó la Policía, le revisaron las pertenencias y descubrieron que en el bolso el ladrón tenía otros once celulares. Entre ellos había un iPhone robado minutos antes.
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Ese día Bazán debió ser trasladado al Hospital Pirovano por los golpes que sufrió cuando lo tiraron de la moto.
Por esos hechos, el ladrón fue imputado por robo (pena de 1 mes a 6 años de cárcel) por el fiscal José María Campagnoli, a cargo de la Fiscalía de Distrito de Saavedra y Núñez. El caso quedó a cargo del juez nacional en lo Criminal y Correccional N° 18, Pablo Ormaechea, que lo dejó en libertad a pesar de que el fiscal pidió que quedara detenido. Atrapado in fraganti, con las pruebas de los teléfonos robados encima y la declaración de testigos, en mayo la causa fueelevada a juicio. El debate está previsto para este mes.
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Pero los tiempos de la Justicia no son los de Bazán, que retomó su actividad aún estando procesado, gracias a la libertad que le concedieron. Sin embargo, el 8 de septiembre al mediodía tuvo la mala suerte de cruzarse con una camioneta en avenida De los Constituyentes y La Pampa, en Villa Urquiza. Chocó y sufrió una doble fractura en una pierna, por lo que debió ser asistido por la Policía y la ambulancia. Cuando los agentes de la comisaría 12C lo identificaron, vieron que tenía antecedentes y revisaron sus pertenencias. Otra vez tenía 11 celulares encima. El «motochorro record» quedó detenido con un oficial de consigna de la Policía de la Ciudad en el Hospital Zubizarreta.
Por orden de la jueza Criminal y Correccional N° 58, María Rita Acosta, la Policía revisó los celulares para dar con sus dueños. Un Samsung J1 blanco era el único que estaba desbloqueado y los investigadores lo usaron para llamar a una mujer que estaba entre los contactos. Era la esposa de un hombre al que le habían robado ese teléfono el día anterior en Constitución. Bazán fue imputado por «encubrimiento» y a los dos días quedó en libertad. Del hospital el ladrón se volvió derecho a su casa, en Monte Grande (Esteban Echeverría), sin siquiera pasar por la comisaría.
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Cuando vieron que Bazán había vuelto a delinquir, en la fiscalía de Campagnoli pidieron que fuera citado a indagatoria y que quedara en prisión preventiva. Fue en noviembre. En la investigación posterior, se pudo comprobar que antes de chocar Bazán había robado 9 celulares en tres horas durante el 7 de septiembre y otros 3 aparatos el mismo día en que cayó preso. Así, el fiscal lo imputó por 12 casos de «robos consumados que concurren en forma real entre sí».
Pero la Justicia no hizo lugar al pedido y el fiscal apeló la medida el 13 de diciembre.
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«Se considera que debe ser ordenada la prisión preventiva de Bazán para garantizar la efectiva aplicación del derecho sustantivo ahora que se agravó su situación procesal en atención a la gran cantidad de episodios que se le endilgan, a la importantísima pena en expectativa a la que se encuentra expuesto y a los antecedentes criminales que registra; todo lo cual da cuenta de sus condiciones personales y de la existencia del riesgo procesal de fuga», señala el recurso de apelación firmado por Campagnoli, al que accedió Clarín.
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Para Campagnoli, la segunda detención de Bazán luego del choque en Villa Urquiza es un agravante de su situación procesal en la primera causa. «La gran cantidad de episodios delictivos perpetrados en un escaso tiempo, la gravedad de éstos, la circunstancia de que el máximo de pena supera holgadamente los ocho (8) años de prisión, la llamativa reiteración y proclividad a delinquir demostrada y la pluralidad de víctimas permiten presumir fundadamente que la pena que le corresponderá se alejará del mínimo legal aplicable y superará el umbral de tres años de prisión; lo que determinaría que sea de cumplimiento efectivo», dice.
A la espera del juicio, nadie sabe en qué anda este prolífico arrebatador de celulares que conoce más hospitales que comisarías. Sólo está claro que sigue en libertad.