Una serie de linchamientos fatales conmociona a India. Desde mayo, más de una docena de personas resultaron muertas tras ser linchadas por turbas exacerbadas por rumores y noticias falsas que se esparcen a través de WhatsApp y otras redes sociales.
El gobierno ya instó a WhatsApp (que pertenece a Facebook) a que no evada su responsabilidad en el tema y «tome acciones inmediatas para terminar con esta amenaza».
La compañía, que tiene 200 millones de usuarios de su servicio de mensajería en India, respondió que «está horrorizada» y dijo que ya realizó algunos cambios (como en la administración de los grupos) pero necesita el apoyo de las autoridades y la sociedad civil para luchar contra las noticias falsas y la desinformación.
El problema es preocupante. Las consecuencias en India son extremas, pero el escenario se replica en todo el mundo. El uso de WhatsApp ha potenciado la creación de audios falsos, la difusión de contenidos difamatorios, la filtración de fotos y videos íntimos, y la proliferación de noticias mentirosas. En Argentina, lo hemos vivido en relación al debate del aborto, al Mundial, a la búsqueda del ARA San Juan y hasta las intimidades de los famosos.
En la India, 12 personas ya fueron asesinadas por turbas furiosas tras la difusión de falsedades por WhatsApp. (AFP)
Un activista e intelectual de India, Nikhil Pahwa, decidió tomar la posta y recomendó este martes que WhatsApp haga cuatro cambios concretos y razonables que podrían ser una vía para lidiar con estos problemas.
1) Mensajes públicos y privados
El primer cambio que propuso Pahwa es que los mensajes puedan ser públicos o privados. Pero que por defecto todos sean inicialmente privados y los usuarios tengan que decidir específicamente cuáles serán públicos (que, incluso, sugiere que tengan un color distinto).
El objetivo final de la medida sería obstaculizar el reenvío de mensajes. Eso, advierte, «impactará en la viralidad de la plataforma, pero es un precio que (WhatsApp) tiene que pagar para hacerse responsable».
2) Control sobre los reenvíos
Pahwa cree que el usuario ‘original’ de un mensaje, el que lo crea y lo envía inicialmente, debería tener el poder para permitir o bloquear el reenvío de lo que mandó.
«Esto aseguraría que un mensaje que se había decidido que fuera privado no pueda transformarse en público (a través del reenvío) sin el consentimiento» del autor, señala.
Además, esto obligaría a los creadores de mensajes a tomar la decisión expresa de hacer públicos sus mensajes, antes de poder reenviarlos a muchas personas.
3) Identificación de mensajes públicos
Esta es una de las propuestas más polémicas: todos los mensajes que se hagan públicos deberán tener una etiqueta de identificación única del creador (ID).
El concepto detrás de este cambio tiene que ver con considerar que todo mensaje público es «contenido mediático» y, por lo tanto, dice el activista, tiene que «tener la adecuada atribución a su autor cada vez que es reenviado».
Para ello, WhatsApp debería almacenar un registro de todos los mensajes públicos y la identificación de sus respectivos creadores. Esto le daría una poderosa herramienta a la compañía y las autoridades.
Eventualmente, además, WhatsApp podría suspender cuentas que manden mensajes malintencionados o ilícitos, e incluso, desactivar cadenas de reenvío.
4) Herramienta de denuncia
«WhatsApp ya revisa reclamos que tienen que ver con el spam», recalca Pahwa, y dice que ahora la empresa debería permitir que los usuarios puedan denunciar mensajes públicos/reenviados que contengan información falsa.
Incluso, redobla la apuesta: «Los usuarios deberían tener la posibilidad de identificar al ID del emisor y/o el mensaje seleccionando el mensaje y tocando en el ícono de información».
La «letra chica» de la propuesta
Pahwa, un periodista, activista y conferencista con cierto prestigio, reconoció el martes en su sitio Medianama las implicaciones, más o menos controvertidas, de su recomendación, y sus flaquezas.
Por un lado, el tema de la identificación de los mensajes vuelve a abrir el debate sobre la privacidad y la libertad de expresión. Pahwa se ataja y propone que los ID estén protegidos, no sean un número de teléfono y que los gobiernos sólo puedan acceder a ellos siguiendo el debido proceso.
El intelectual también destaca que en su propuesta ni el «reenviador» de un mensaje ni el medio (WhatsApp) podrían ser responsabilizados por el contenido o los efectos de un mensaje dado que se sabría quién fue su creador. Y advierte que, con este marco normativo, el envío de capturas de pantalla de otros mensajes sería considerado al igual que la creación de un contenido original.
Algunas cuestiones que quedan abiertas a discusión son:
– si un mensaje puede ir cambiando de estatus a lo largo del tiempo (de público a privado, y viceversa),
– si los mensajes en grupos deberían ser también privados por defecto,
– qué pasaría con los mensajes imprudentes de usuarios desinformados (algo que avanzaría más al terreno del derecho),
– cómo proteger a la libre creación y difusión de mensajes en regímenes autoritarios,
– y cómo evitar la censura a través de las denuncias masivas de mensajes auténticos y legítimos.
Finalmente, recalca: «No hay un remedio final, e incluso la solución puede traer nuevos problemas, especialmente en cuanto a la privacidad».