Hay un concepto que los economistas llaman “distorsión de precios”: en mercados poco transparentes, hay distintos valores para un mismo producto y no se sabe bien cuál es el correcto. Con los salarios pasa algo similar y se podría bautizar “distorsión de sueldos”: hay veces en las que se vuelve complicado entender si el trabajo de uno está bien valuado o no. Sucede que, más allá de que está claro que todos los trabajadores deberían tener ingresos que al menos superen el costo de una canasta básica total, no hay una única respuesta a la pregunta “¿qué es ganar bien hoy en la Argentina?”.
El dato general sobre los salarios da cuenta de que, a pesar de que puede haber diferentes niveles en la pirámide, toda esa pirámide se terminó achicando: según información de Indec, los salarios pierden hace 39 meses contra la inflación, es decir, hace tres años y tres meses. Por la pandemia, además, el concepto de “llegar a fin de mes” se volvió cada vez más lejano: por ejemplo, 41,5% de los hogares recurrió al endeudamiento para enfrentar las dificultades económicas.
Esta semana se publicó el informe de “Evolución de la distribución del ingreso”, que da cuenta cómo está repartida esa pirámide. El ingreso promedio de los argentinos en el primer trimestre de este año fue de $42.394.
Los datos preocuparon. Una persona que gana a partir de $85.000 está en el decil más rico de la sociedad; en otras palabras, en la porción más “acomodada”. Otro punto de vista: nueve de cada 10 argentinos ganan menos de $85.000. Estos números no dicen demasiado sobre “ganar bien”, porque surgen de dividir en 10 grupos iguales a toda la población con ingresos. En este conjunto de personas hay mucha dispersión: el monto máximo que midió el Indec en este nivel fue de $819.000, casi 10 veces más que el piso.
Pirámides achicadas
“Ganar bien” también puede ser analizado desde la óptica de los especialistas de consumo, que en lugar de hablar de “deciles” y de “tortas” prefieren hablar de “pirámides” según nivel de ingreso. Según la Consultora de Estrategia Moiguer, a fines de 2020 la pirámide se repartía así:
En la base, más de un tercio de los hogares ganaba $29.500 como ingreso mensual promedio y eran de “clase baja extrema”.
Un segundo grupo donde estaba el 18% de la población ganaba en promedio $55.000 y eran de “clase baja”.
Un tercer grupo (28%), con ingresos de $75.000, que era la “clase media baja”.
Un cuarto grupo, la clase media, representaba un 17% y ganaba $150.000.
En la punta de la pirámide, la clase alta, con ingreso mensual promedio de $410.000.
Entre la base y la punta de la pirámide hay una diferencia de casi 14 veces.
Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, apunta en la misma dirección: “La caída del 20% del salario real formal en los últimos cuatro años golpeó a muchas familias, que redujeron sus consumos y pasaron de la clase media a la clase media baja”. Pero esta caída no vino sola: también estuvo acompañada de un aumento del empleo informal.
En este sentido, sostiene: “En los últimos años vivimos una flexibilización del mercado laboral ‘de hecho’. La destrucción de puestos de trabajo registrados de calidad y su reemplazo por otros informales recortó las compras de los hogares. Hoy, no alcanza con tener un trabajo para no ser pobre: hay muchos empleados no registrados que no llegan a cubrir la canasta básica total con sus ingresos”.
Para un dato un tanto más actualizado, según la última medición de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad, para ser considerada de clase media, una familia tipo compuesta por dos adultos y dos niños necesitó en mayo al menos $96.994,69. Esa cifra no considera un alquiler en ese número, por lo que la cifra final podría ser varios miles de pesos más alta.
¿Cuánto “paga” cada sector?
En los sectores hay diferentes historias. La remuneración formal promedio “bruta” (antes de impuestos) era de $75.809,13 en marzo de 2021, según datos del Ministerio de Trabajo. Pero en las industrias, según los últimos datos disponibles, correspondientes al tercer mes de este año, había números hacia arriba y hacia abajo. Un trabajador del servicio de transporte por tuberías ganaba, en promedio, $227.327 antes de impuestos. En cambio, un peón de campo ganaba $48.952. Un trabajador dedicado al aserrado y cepillado de madera ganaba $41.255 y otro dedicado a la fabricación de sustancias químicas básicas, $231.524.
Hay pocos estudios en la Argentina sobre el impacto a nivel salarial que tiene la elección de carrera universitaria o sector de especialización en los estudios. A mediados de junio, el CEP XXI (Centro de Estudios para la Producción), dependiente del Ministerio de Desarrollo Productivo, publicó un informe sobre salarios en cada sector. Los datos fueron recopilados a fines de 2019 al cruzar loas estadísticas de empleo formal en relación de dependencia y la base del Sistema Araucano (registro de graduados universitarios). En ese entonces, el salario promedio de los graduados universitarios recientes era de $63.454.
Ese número, $63.454, fue considerado la “prima salarial”. A partir de esa cifra, se elaboró un ranking con las carreras que mejor pagan y las que peor lo hacen. En el primer grupo están la procuración (con salarios un 44,4% por encima de esa prima), la criminología (38%), la farmacia (35,5%), la ingeniería naval (33,7%) y la ingeniería petrolera (30,2%). En la otra punta se encuentran la arqueología (sus graduados ganan un 60,6% menos que esa prima salarial), la dermatología (-58,6%), teatro y danza (-48,9%), astronomía (-45,3%) y ciencias naturales (-39,2%).
¿Por qué hay sectores que ganan mejor o peor en la Argentina?
Hay tres principales razones, explica Daniel Schteingart, director del CEP XXI: “El primero tiene que ver con la productividad promedio del sector: las actividades más intensivas en capital pagan mejor; es lo que sucede con las industrias del petróleo y la automotriz: requieren miles de millones de dólares para andar, tienen una productividad mejor a la media y generalmente están compuestas por empresas grandes”, detalla.
El segundo factor es el nivel educativo que demanda cada sector: “El petróleo, el software y parte de la industria demandan muchos ingenieros; otros sectores no demandan tantos profesionales, como la construcción”, señala. Finalmente, apunta, influye el nivel de sindicalización de la rama: cuanto mayor es, mejor sueldos paga. De todos modos, advierte, en gran parte del mundo se repite el patrón de industrias que pagan mejor o peor.