El aislamiento que trajo la pandemia de coronavirus tuvo un aliado esencial en internet. La mayor cantidad de actividades se trasladaron al mundo virtual que fue lo que permitió trabajar, estudiar, hacer gimnasia, consultar al médico, conectarse con los familiares y amigos o entretenerse.
Pero también fue el vehículo ideal para cometer delitos: en 2020 los delitos informáticos en la Argentina crecieron un 300% y se supone que la tendencia seguirá en aumento durante 2021.
A tono con la modalidad, los delitos informáticos suelen tener nombres en inglés: “phishing” es robo de datos y suplantación de identidad para, por ejemplo realizar estafas con tarjetas de crédito o “hackeos” de redes sociales. A nivel mundial, en la “dark web” se incrementó el tráfico, especialmente de compra y venta de vacunas o de PCR falsos.
“El phishing sigue en aumento y el 8% de los ataques se da en las redes sociales”, advirtió la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires.
Todos los especialistas en ciberseguridad concuerdan en la necesidad de implementar prácticas de seguridad más sólidas y educar a la sociedad en este sentido. El uso de las redes sociales también son campo propicio para el robo de datos. A partir de ello, aumentaron las amenazas y las estafas y fraudes. Más de la mitad de estos delitos se cometen a través de Facebook. Las estafas por compras electrónicas aumentaron un 106 por ciento en 2020, y las compras con dispositivos móviles representaron el 73 por ciento de todas las ventas.
Cómo cuidarse
Phishing quiere decir suplantación de identidad. Es una técnica de ingeniería social que usan ciberdelincuentes para obtener información confidencial de las y los usuarios de forma fraudulenta, advierte la Defensoría bonaerense.
El modo habitual en que actúan los ciberdelincuentes es el envío de correos electrónicos falsos como anzuelo para “pescar” contraseñas y datos personales valiosos. Estos mails contienen información falsa y enlaces que redirigen tus respuestas hacia páginas de internet falsas. Desean obtener: datos de contraseñas, números de tarjetas de crédito, DNI, CUIT o CUIL, nombres de usuario, y códigos PIN.
Por eso, para verificar si alguien es víctima de un ataque de Phishing es necesario revisar en forma periódica los resúmenes bancarios buscando transferencias que hayan sido autorizadas por el titular de la cuenta. Y, fundamentalmente, no facilitar información confidencial (números de cuenta, clave de la tarjeta de crédito o contraseñas de acceso a redes sociales o cuentas de correo) por mail ni por teléfono.